
Breve historia del jabón de Alepo
El jabón de Alepo es considerado el abuelo del jabón en barra, antecesor directo del jabón de Castilla (siglo XI) y el de Marsella (siglo XIV). Se originó hace más de 2.000 años en Alepo, Siria, una ciudad clave en las rutas comerciales de la antigüedad. Su fórmula básica —aceite de oliva, aceite de bayas de laurel, agua y álcali — se ha transmitido de generación en generación, en secreto, entre familias jaboneras.
Curiosidad poco conocida
Durante siglos, los fabricantes de jabón de Aleppo esperaban hasta el invierno para elaborarlo, ya que las temperaturas más bajas ralentizaban la reacción y permitían un control más cuidadoso del proceso.
Una vez cortadas las pastillas, se almacenaban en grandes sótanos ventilados durante 9 a 12 meses, donde se curaban lentamente. El exterior se volvía dorado, pero el interior permanecía verde intenso, símbolo de su calidad.
Otra anécdota histórica:
Durante las Cruzadas, los europeos conocieron el jabón de Aleppo y se llevaron el saber a Occidente. ¡Fue el origen del jabón de Castilla y, tiempo después, el de Marsella!
Sin embargo, los jaboneros de Alepo siempre han sostenido que “el verdadero jabón solo se hace con la bendición del laurel”… y con mucha paciencia.
Proceso tradicional del jabón de Alepo
- Cocción lenta en calderos de cobre durante varios días, mezclando aceite de oliva con lejía (agua + ceniza de salicornia).
- Al final de la cocción, se añade el preciado aceite de laurel, en proporciones que definen su calidad (desde un 2% hasta más del 30%).
- La pasta caliente se vierte en grandes losas de mármol, se deja enfriar y luego se corta a mano con herramientas largas.
- Cada pastilla se estampa a mano con el sello del maestro jabonero.
- Finalmente, se cura entre 9 y 12 meses, apilado con cuidado para que circule el aire.
- Profesor: Ana Martínez